La Paradójica Sabiduría de Ir Más Despacio

by Eva Fernández

Resiste la Tentación de las Prisas

Es intuitivo pensar que la urgencia es importante para las cosas importantes: hay que trabajar con rapidez para diseñar un producto, firmar un contrato, elaborar un proceso, lanzar una campaña de márketing.  Ofrezco como contrapunto uno de los dichos más contraintuitivos del idioma español: “Vísteme despacio, que tengo prisa”, esto es importante, ¡reduce la velocidad!

Es contraintuitivo para cualquiera que se haya sentido impaciente sobre algo importante.  En mi mundo de la educación superior, nos sentimos impacientes sobre los resultados de un experimento, sobre el aprendizaje de nuestros alumnos, sobre la adopción de una política académica nueva o la creación de un plan de estudios innovador, sobre los indicadores claves de rendimiento como puede ser la tasa de retención estudiantil.  Si le añadimos un poco de temor al caso—por ejemplo, una reducción de matrículas que amenaza reducir el presupuesto—nos encontraremos en una encrucijada: ¿actuamos de inmediato, o tomamos un momento para analizar la situación retrasando la toma acción para obtener mejor información?

En su extraordinario libro Factfulness, Hans Rosling dedica un capítulo entero al “instinto de la urgencia”.  El capítulo comienza con anécdotas del trabajo de Rosling en partes remotas de África, donde comenzó su carrera como doctor de distrito.  Eventualmente Rosling se orientó hacia la investigación, y llegó a ser consejero de salud para agencias como la Organización Mundial de la Salud y UNICEF, y luego director de la División de Salud Internacional de la Karolinska Institutet en Suecia, una de las universidades de medicina más importantes del mundo.  No quiero describir los detalles de las anécdotas en el capítulo sobre el “instinto de la urgencia”, porque recomiendo leer el libro entero, pero la idea es ésta: ante un peligro inminente, en el contexto de una enfermedad potencialmente muy contagiosa, las decisiones tomadas sin suficiente información tienen consecuencias trágicas.  “El miedo más la urgencia dan lugar a decisiones estúpidas y drásticas, con efectos secundarios impredecibles”, nos advierte Rosling.

¿Cómo debemos, pues, enfrentar amenazas graves?  Si se trata de algo realmente importante, disminuye la velocidad, da un paso atrás, analiza la situación, y tómate el tiempo necesario para prepararte.  La próxima vez que sientas el instinto de urgencia, considera las siguientes tácticas, adaptadas de las sabias palabras de Rosling:

No Grites “¡Que Viene el Lobo!”

Las presentaciones excesivamente dramáticas de un problema pueden estresar a tu equipo y generar sentimientos de desesperación.  Al confrontar una amenaza grave (recuerdo vívidamente el inicio de la pandemia como uno de esos momentos), es preciso que tu equipo tenga suficiente espacio para concentrarse, lo cual será difícil si sienten terror.  Presenta el problema con fidelidad, y sin exagerar.  Tal vez puedes presentar el peor escenario posible, pero no olvides describir también lo que puede ocurrir en el mejor de los casos.

Retrocede para Describir la Situación con Claridad

¿Puedes mejorar la información que tienes a tu disposición?  A veces, al unir dos conjuntos de datos que sólo has analizado por separado, resalta una solución.  Este tipo de análisis normalmente produce información compleja, pero te proporcionará conocimientos nuevos que posiblemente ayuden a identificar el rumbo a seguir.  A veces ni siquiera es necesario agregar nuevos datos: simplemente invierte los ejes, o visualiza la información de una manera diferente, o excluye los valores atípicos y calcula el promedio de nuevo.  Esto me ha ayudado innumerables veces, tanto en mi investigación como en mi trabajo administrativo.

Consulta con Todas las Partes Relevantes

¿Has recurrido a los expertos que te rodean?  No te olvides de incluir a las personas con las que normalmente no consultarías.  Su experiencia complementaria puede ser fundamental para ayudarte a identificar soluciones que no podrías encontrar por tu cuenta.  A la misma vez, ojo con las partes cuyos propios intereses pueden estar en conflicto con el curso de acción correcto.  Por ejemplo, un tercero que se beneficiaría si utilizas sus servicios para abordar un problema puede no ser un asesor imparcial.

Piensa a Largo Plazo

Pensar a largo plazo es algo que no se nos da muy bien, especialmente porque es más fácil dirigir nuestra atención a las alertas constantes sobre urgencias de corto plazo.  Rosling (quien, antes de fallecer en 2017, identificó una pandemia global como el número uno de cinco riesgos globales de los que realmente debemos preocuparnos) nos implora que nos preocupemos por las cosas realmente importantes, aconsejándonos que las abordemos “con cabeza fría y datos sólidos e independientes”.  Suelo tener éxito cuando logro concentrarme en el panorama general y en los resultados a largo plazo.  Esto no significa que debamos ignorar por completo el ruido constante, pero debemos hacer un esfuerzo consciente para limitar nuestra atención a las interrupciones a corto plazo, aprendiendo a no tenerles miedo, para concentrar nuestra atención en el panorama general, en lo es realmente importante.

La Próxima Vez que Tengas Prisa, Ve Más Despacio

Al comenzar el año 2025 (¡empezamos el segundo cuarto del siglo XXI!), seamos más pacientes.  Cuando sientas esa sensación de urgencia, tómate un momento y respira, recordando la sabiduría de eso de ese dicho: “Vísteme despacio, que tengo prisa”.  Resiste la tentación de apresurarte, da un paso atrás para analizar, consulta con otros, y concéntrate en el largo plazo.