El cambio de paradigma hacia una economía digital no es un problema de tecnología, es una transformación del modelo empresarial.
Los entornos económicos y geopolíticos globales serán entrecortados y los impactos variarán considerablemente por país en 2018, lo que generará presupuestos de TI más restringidos.
Además, los efectos de la desintermediación de la economía digital y las interrupciones y aranceles comerciales están perturbando a las empresas y a las industrias, que deben ser abordadas por ejecutivos corporativos y propietarios de pequeñas empresas antes de que los ingresos de sus empresas sean usurpados por competidores nuevos o transformados. Para enfrentar estos desafíos, los propietarios de pequeñas empresas y los ejecutivos de TI deben reexaminar su cultura, los problemas de personas y de proceso, así como los impactos causados por presiones externas.
Externamente, los ejecutivos de TI tendrán que trabajar con equipos que no sean de TI para mejorar y reestructurar los procesos para cumplir con la inteligencia artificial, la analítica, el internet de las cosas (IoT), la personalización masiva y los requisitos de movilidad del mundo digital que requieren más información colaborativa, interactiva, personalizada y predictiva en tiempo real.
Al mismo tiempo, los ejecutivos de TI tendrán que abordar la integridad de los datos y las preocupaciones de privacidad y nivel de servicio que impactan los resultados, la productividad, los ingresos y la seguridad del negocio para que haya más confianza en la TI y en la organización en general.
Internamente, los ejecutivos de TI deberán aumentar su enfoque en el análisis, la automatización, la creación de componentes, el aprendizaje automático, la efectividad de las operaciones, la orquestación, la privacidad y la seguridad para que la TI pueda ofrecer más y mejores ofertas de forma más rápida y económica, a la vez que protege la organización de los ataques y vulnerabilidades de la ciber-seguridad.
Una visión internacional
Fuera de los EE. UU., que había continuado con fuertes ganancias económicas (excepto en el caso del mercado de valores que tuvo buenas ganancias hasta septiembre pero lo devolvió todo), el resto del mundo experimentó diversos grados de dificultades económicas. Las acciones políticas y arancelarias de la administración Trump no tuvieron un efecto calmante, sino que exacerbaron el nerviosismo que se siente en la mayoría de las geografías.
La saga Brexit, las acciones y reacciones de inmigración y la inestabilidad del gobierno de Merkel están cambiando las expectativas dentro de la UE y más allá.
La agitación en el Medio Oriente y la guerra de palabras de Occidente con China y Rusia se están sumando a las olas de inseguridad. Las incertidumbres en América Latina, agravadas por el colapso de la economía en Venezuela, están afectando las decisiones de inversión y las perspectivas de crecimiento.
De hecho, en todo el mundo hay una conciencia tanto de que está tomando forma un nuevo orden mundial como de la inestabilidad que este conlleva.
Además, las regulaciones como la regulación general de protección de datos (RGPD) y sus equivalentes en California y Canadá, y las infracciones de seguridad cibernética como las de Marriott y Facebook están obligando a las empresas a reconsiderar su cultura, procesos y puntos de vista sobre privacidad y seguridad.
Por lo tanto, los ejecutivos deben invertir en transformar su negocio e impulsar mejoras en los procesos para seguir siendo competitivos, ayudar a contener los costos, mejorar el cumplimiento, minimizar los riesgos, garantizar la privacidad y mejorar la utilización de los recursos.
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